Por razones que se me escapan, soy un seudónimo. Pero no os hagáis ilusiones: el hombre tras el nombre es bastante gris. Tal vez ésa sea una razón suficiente.
Es de formación variopinta, mente dispersa y coherencia escasa. Creyó ser futuro escritor, y aún lo cree, a veces. Enseñó filosofía, programó ordenadores. Un día soñó que era feliz corriendo por la montaña y ahora corre por la montaña y es feliz haciéndolo. A veces los sueños se cumplen.
Y por ahí anda ahora, liado en varias cosas a la vez, como siempre. Indeciso entre lo intrascendente y lo trascendental. Empeñado en abrir una senda que trace meandros sobre la frontera entre la razón y el exceso. Ansioso por internarse hasta las entrañas de uno y otro ámbito, temeroso de desorientarse del todo y no saber encontrar el camino de vuelta.
Como siempre.